Las asanas, posturas de yoga, son una parte fundamental de la práctica, ya que ayudan a unificar el cuerpo y el alma en un todo armonioso. El yoga es como una danza, como un rito en el que todo está pautado, y donde las asanas son la base fundamental para ir conociendo e equilibrando nuestro cuerpo. Y es que, cuánto más precisas sean, más directa será la llamada a nuestro ser interior.
Practicar las diferentes asanas que existen implica un proceso consciente en el que se busca lograr un equilibrio entre movimiento y resistencia, entre los músculos, los huesos y las fibras. Y todo para lograr crear espacio entre los músculos y la piel. Realizar de forma correcta las posturas es el primer paso que todo practicante de yoga debe tener en cuenta, un proceso que lleva tiempo y que es fundamental para estabilizar el cuerpo.
A través de la realización de asanas buscamos la simetría entre ambos lados del cuerpo para eliminar la tensión en el sistema respiratorio, digestivo o circulatorio. Porque durante las posturas, cada órgano del cuerpo se comprime o se expande, lo que ayuda, bien a liberar tensión, bien a inyectar un extra de sangre para que funcionen correctamente.
Las asanas se clasifican en siete categorías, cada una de ellas pensada para ayudar a una parte específica de nuestro cuerpo:
Asanas sentadas: Se trata de posturas que ayudan a que la columna vertebral se mantenga firme, a la vez que aportan elasticidad en rodillas, caderas o tobillos.
Asanas de pie: Ayudan a fortalecer los músculos de las piernas, a la vez que aportan flexibilidad en la columna. Estas posturas permiten incrementar el aporte de sangre en las extremidades inferiores y tonificar el sistema cardiovascular.
Torsiones: En las torsiones, los órganos pélvicos y abdominales se cargan de sangre nueva. Permiten mejorar la flexibilidad del cuerpo, fundamentalmente de la columna vertebral.
Flexiones de tronco: Gracias a este grupo de posturas, los órganos abdominales se comprimen, a la vez que el sistema nervioso se relaja, lo que ayuda a que la circulación sanguínea llegue a todo el cerebro. Las flexiones de tronco fortalecen los músculos paraespinales y los ligamentos.
Invertidas: Consideradas por muchos como la categoría reina de las posturas, las asanas invertidas drenan los órganos pélvicos y abdominales, mientras que el cerebro o el corazón se llenan de sangre, lo que ayuda a mejorar su funcionamiento.
Extensiones de columna: Perfectas en el caso de sufrir cefaleas, las extensiones de columna recargan además el cuerpo de energía. Posturas como Urdhava Dhanurasana ayudan además a estirar el hígado y el bazo, lo que facilita que estos órganos funcionen mejor.
Asanas supinas: Relajan el cuerpo y renuevan la mente. Savasana, la postura más importante del yoga, permite refrescar el cuerpo y nos ayuda a prepararnos para el prayanama.
B.K.S. Iyengar decía que el yoga es un espejo para mirarnos a nosotros mismos desde adentro. Un espejo donde las asanas son la herramienta para que llegue la estabilidad, y esta se convierta en un hábito. Entonces, la madurez y la claridad de pensamiento será lo siguiente.
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